Cómo superar la dependencia emocional
Cuando amar significa olvidarse por completo de uno mismo
Amar y ser amados es una de las experiencias más bonitas de la vida. Pero a veces, en el intento de mantener una relación, podemos centrarnos únicamente en el otro y en sus necesidades, perdiendo así por completo el lugar que nosotros ocupamos en la relación.
A eso, a veces, se le suma que lo que nos ofrece ese vínculo pasa a ser el eje central de nuestra vida y de nuestras decisiones. Y termina afectando muchas esferas: nuestra identidad, nuestras relaciones, incluso la manera en que nos vemos a nosotros mismos.
¿Cómo se siente alguien con dependencia emocional?
En resumidas cuentas: dependiente de, necesitado de “el otro” para cualquier situación. Sea estar en el sofá o estar en un viaje. Necesitas sentir que el otro está ahí presente; si no, te sientes vacío, solo. Nada tiene sentido si no lo compartes con esa persona.
Algunas señales frecuentes son:
Miedo intenso a estar solo o a que la relación termine.
Necesidad constante de aprobación, atención o cariño.
Dificultad para decir “no” o poner límites por miedo al rechazo.
Sensación de ansiedad o inseguridad cuando la otra persona se distancia.
Muchas veces, en terapia, las personas que acompaño me dicen:
“No puedo desengancharme de la relación. De lo que me da la relación. De lo que me da la persona.”
Y reflexionamos sobre:
¿Qué te da esa relación?
¿Cómo te hace sentir?
¿Qué ofrece esa persona?
¿Qué sí te hace sentir?
¿Qué no te hace sentir?
Hacerte estas preguntas puede ayudarte a poner claridad sobre lo que necesitas, lo que recibes y lo que das, y también sobre lo que quizás estás ignorando en otro lugar: en ti mismo/a.
¿Por que tengo dependencia emocional?
Cómo sabes, nada aparece de la nada. Nos relacionamos cómo aprendimos a relacionarnos. Y esos aprendizajes van moldeando la forma en que nos vinculamos.
Quiero que sepas que…
Vivir desde la dependencia emocional puede ser muy desgastante. Se generan relaciones poco equilibradas, donde uno da demasiado y recibe muy poco. También suele aparecer la ansiedad, la pérdida de identidad personal y la sensación de que la vida solo tiene sentido si la relación sigue en pie.
La dependencia emocional no es una condena ni una etiqueta fija. Es un patrón que podemos reconocer, comprender y transformar. Trabajar en nuestra autonomía emocional no significa amar menos, sino amar mejor: con libertad, respeto y un vínculo más sano tanto con nosotros mismos como con los demás.
Gracias por leerme,
Claudia López.